viernes, 30 de noviembre de 2012

¿Nos vamos o nos echan?

Una de las motivaciones principales de este blog (si no la principal), es la de poner en relieve y sensibilizar a toda la sociedad acerca de la penosa situación laboral del arquitecto joven (en primer término), del arquitecto menos joven (en segundo) y de los jóvenes en general (en tercero), que se están viendo obligados a emigrar, ante las más que complicadas circuntancias laborales a las que tenemos que enfrentarnos en esta "nuestra" España.
No cabe duda de que la realidad siempre puede ser enfocada desde distintos puntos de vista, y que lo que para unos puede ser una desgracia, para otros puede presentarse como una oportunidad. Desde aquí no queremos que se entienda nuestra "línea editorial" como la de un vocero arquitectónico que sólo atiende a desgracias, pero tampoco estamos dispuestos a trabajar como estandartes de un optimismo que, por ahora y desgraciadamente está muy poco justificado.
Por este motivo, no podemos evitar sentir una aversión profunda ante los planteamientos defendidos por Marina del Corral, secretaria general de Inmigración y Emigración, que ha apuntado a la supresión de las fronteras en la UE, la internacionalización de la economía española, la gran preparación de los profesionales españoles y su impulso "aventurero", como posibles causas de este éxodo profesional que sufre España.
Desde este foro, entendemos que pese a la crisis, la situación de los jóvenes españoles es privilegiada si la comparamos, por ejemplo, con la de los jóvenes marroquíes. La unión europea permite la libre circulación de personas dentro de sus fronteras, abriendo todo un territorio de oportunidades laborales por explorar. Igualmente somos afortunados por haber podido acceder a una educación "casi totalmente" subvencionada, somos aventureros por naturaleza gracias a la moda del vuelo low cost, nos hemos ido de Erasmus en cuarto de carrera, y hablamos tres idiomas perfectamente. Pero no. No intente engañarnos ni a nosotros, ni al resto de la sociedad. Existe una diferencia abismal entre una persona que decide marcharse a la aventura, con ganas de conocer mundo, aprender, y explorar nuevas realidades; y otra persona que decide marcharse porque no tiene la más mínima oportunidad laboral en su sector profesional. Y sí, posiblemente, este segundo también viva aventuras, aprenda y se case con una china que terminará resultando ser el amor de su vida, pero volvemos al principio: no se va porque quiera, se va porque lo echan.

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