miércoles, 20 de febrero de 2013

Las aventuras de Pequeño Angui en Brasil #1

Primero que nada quería pedir disculpas a tod@s por no haberme podido despedir de la mejor manera posible. Cierto es que la organización de un viaje tan largo supone estar pendiente de mil cosas y a mi por desgracia se me complicó un poco más de la cuenta. Cosas que pasan pero nada que no tenga solución y por eso me disculpo si no me despedí en condiciones, pues es algo que sin duda me hubiera gustado hacer ya que realmente no se cuando volveré a ver a much@s de ustedes. Ojalá sea dentro de "mucho" tiempo. Eso sería señal de que todo me va muy bien.

En fin, los motivos por los que salí, o mejor dicho, emigré de España son sobradamente conocidos. Como leí hace algunas semanas en un artículo de un blog de un joven arquitecto como yo: "mi historia no es ni novedosa ni excepcional" simplemente soy uno de l@s miles de jóvenes formados  -académicamente hablando- que por desgracia no tenemos la oportunidad de desarrollar nuestros conocimientos allá en el lugar donde los adquirimos y nos vemos obligados a buscar alternativas. Tengo espíritu aventurero, como dijo la ignorante de la secretaria de Estado de Inmigración, sí, lo tengo desde el día que nací, por eso he estudiado en Madrid, en Chile, NY, viajado por Latinoamérica y parte de Europa.  Pero les puedo asegurar que ese no es el motivo por el que ahora con 29 años me veo obligado a buscarme la vida en otro país. El motivo es que la clase política ha conseguido que España sea el hazmerreír de gran parte de los países de este planeta llamado La Tierra, y como consecuencia de esto -nosotros "españoles"- unos ciudadanos de segunda que nos vemos obligados a mendigar un trabajo con nuestro título universitario bajo el brazo allá donde vamos. Han cambiado las formas, pero no el fondo de aquello que vivieron nuestros antepasados canarios en el primer cuarto del siglo XX (algo muy familiar para todo aquel que como yo sea de esas maravillosas islas que siempre llevará por bandera allí donde esté). Emigro para hacer de mi vida algo mejor, o al menos, intentarlo.

Bueno, escrita esta pseudocrítica político-social les cuento un poco como ha sido mi primera semana "Paulista". Llegué a Sao Paulo después de un viaje casi interminable. Partí de Gran Canaria rumbo Madrid. Para un día después volar tres horas rumbo a Frankfurt (Alemania y cuidad de la salchicha) y de ahí otras doce horas rumbo Sao Paulo. Como dije ahora mismo, nos consideran ciudadanos de segunda y prueba de ello es que en Alemania cuando se percataron de que en mi pasaporte ponía "ESPAÑA" me pidieron si tenía carta de invitación de ciudadan@ brasileñ@ o reserva de hotel por el periodo de estancia que me iba a quedar en el país. Por suerte, otra cosa no tendré, pero amig@s en este mundo much@s, y ya venía con mi carta de invitación firmada ante notario que me había enviado una amiga brasileña que se ofreció a hospedarme en su casa el tiempo que fuera necesario. Y este es el lugar desde donde ahora mismo les escribo. De no haberla tenido, mi aventura se hubiera terminado ahí.

Una vez pasé el control de pasaporte ya en Sao Paulo, salí del aeropuerto y me estaba esperando mi gran amigo mexicano Efrén, a quien conocí en mi año de estudios en Chile y con quien viví mil y una anécdota. Junto a él y su mujer Julia, una chica brasileña que no conocía pero que desde el primer día me ha tratado con mucho aprecio y cariño. Nada más salir del aeropuerto te das cuenta del contraste, de que eso no es a lo que estamos acostumbrados. Primero que nada la bofetada de la humedad es tremenda. Y ya según iba con el coche rumbo a su casa (los primeros 5 días me quedé con esta pareja) miras a los lados y piensas..."agüita donde me estoy metiendo". Así es señores, Sao Paulo es increíble. No es una ciudad bonita, cierto, pero no es lo que buscaba y realmente es lo que menos me importa. Venía dispuesto a encontrarme una gran metrópolis caótica y es lo que estoy descubriendo.

Independientemente de que sea bonita o fea, que es algo subjetivo que siempre nos tratan de inculcar al menos a los arquitectos, sí que es una ciudad alegre, llena de identidad. Donde lo mismo ves un chalet de lujo, que una chabola o un rascacielos y todo apenas en una cuadra (manzana). Del mismo modo, puedes cruzarte con un Porsche que con una carraca que difícilmente anda, o con un mendigo que malvive en la acera que con una emperifollado que va luciendo iPhone 5 mientras camina. Esto es Sao Paulo y esto es lo que yo quería. Ni que decir tiene lo buena que es la comida, ya sea japonesa (en esta ciudad está la colonia de japoneses más grande del mundo después de Japón) italiana o la propiamente brasileña. Tema a parte son los brasileños, sin duda las personas más acogedoras y hospitalarias que creo, me he cruzado en mi vida. Todo el mundo está dispuesto a recibirte en su casa, darte de comer, trata de conocerte y ayudarte en lo que pueda.

Esta semana ya hice mi primer trabajillo para los padres de Julia, ellos tienen una empresa de organización de eventos internacionales a gran escala y necesitaban hacer unos planos en autocad. Me preguntaron si yo sabía utilizarlo y si lo tenía instalado en mi ordenador y claro...si un arquitecto como yo responde que no a eso, apaga la luz y vámonos. Evidentemente les dije que sí y me pasé el jueves y viernes pasado currando todo el día en su oficina trazando líneas. Creo que mañana y pasado aún seguiré con lo mismo. No es el trabajo soñado, pero ya es un modo de ir metiendo "la patita" y si quedan satisfechos con el resultado todo se andará. La madre de Julia tiene muchos contactos y me comentó que quizás la próxima semana me concrete una cita con unos de los mejores arquitectos del país. No hay que hacerse ilusiones pero dicho está.

Otras anécdotas que contar de la ciudad o el país pueden ser algunas conocidas por tod@s. Que aquí el carnaval es otro "nivel"... doy fe. Que las gentes y sobre todo las chicas practican mucho deporte... doy fe. Que el fútbol es una religión...  doy más que fe. Respecto a este tema, hay que decir que hay que tener cuidado, pues todo el mundo lo primero que hace es preguntarte de que equipo eres, y según la respuesta verás si en la cara de quien formula la pregunta se dibuja una sonrisa o un gesto de enfado. En Sao Paulo los tres equipos principales son: Sao Paulo (clase alta), Corinthians (clase obrera) y Palmeiras (emigrantes italianos). Lo mejor de momento es abstenerse, pero creo que voy a ver en breve un partido del Corinthians y acabaré por decantarme por ellos. Cuando viva la experiencia ya les contaré. Y ya por último, que las mujeres son muy guapas... doy requetefe. Evidentemente siempre llevaré en mi corazón a mis canarias que nada tienen que envidiar a las féminas de esta ciudad. Pero claro, vivir anécdotas como esta que ahora cuento da muchos puntos. Ir a entrenar un día al gimnasio con mi amigo Efrén, que en la tv del gimnasio estén retransmitiendo el Real Madrid vs. Manchester United y que a tu lado esté "musculando" una brasileña que quita el hipo... pues claro, hace que uno sude más de la cuenta y los ojos se desvíen hacia donde no deben. 
Por much@s es sabido que el conseguir visado para quedarme en Brasil es casi una utopía, pues Brasil ahora mismo no tiene casi relación con España y nos es muy difícil obtener la visa. Así que ya les adelanto, que si una mujer de estas está dispuesta a casarse conmigo, vayan fletando un vuelo charter que hay boda a la vista.

Por último otra anécdota interesante, es el clima de la ciudad. Lo mismo llueve que parece que se va a acabar el mundo, que hace un sol de justicia. El miércoles si no recuerdo mal, vivimos unas inundaciones que ni  las personas de por aquí recuerdan. Los coches flotaban por las calles y se transformó todo en un caos.

En fin mi gente, no quería extenderme tanto pero es lo que tiene haber estado una semana sin escribir. Aparte de eso he conocido a mucha gente interesante y he vivido anécdotas divertidas pero no es plan de liarles más. Se que much@s me piden que saque fotos y es algo que me encantaría pues hay cosas más que d sobra para fotografiar. Pero es algo que aquí se antoja complicado, pues ir con una cámara reflex por la calle o mostrando un móvil de última generación es una "gringada" como dicen aquí y puedes ser carne de cañón para que te asalten casi con total seguridad. Es por esto que solo les adjunto 2 foto similares del skyline de la ciudad que he podido sacar. Una en un edificio donde celebramos un asadero y otra desde donde les escribo ahora mismo y la que será mi casa por un tiempo.

Adjuntados estos archivos y más feliz que Ricardito y a la espera de terminar este trabajo que les comenté, para luego ir pateándome -puerta por puerta- los estudios de arquitectura de la ciudad diciendo lo "simpático y buen arquitecto que soy" para ver si me dan una oportunidad de trabajo se despide de todos ustedes...

Pequeño Angui


PD. Puede que el objetivo principal de este viaje que no sea otro que conseguir trabajo y no lo consiga, pero por intentarlo que no quede. Hay quien se lamenta por tener que salir de España, yo por contra tengo que considerarme un privilegiado por poder hacerlo y seguir teniendo la oportunidad de conocer lugares y gente maravillosa que, de lo contrario, jamás podría conocer. Esto no se compra con dinero, esto no tiene precio. Solo se vive una vez y cada uno vive a su manera con el objetivo de algún día poder decir: "yo fui feliz y disfrute de mi vida".

Besos y abrazos



miércoles, 13 de febrero de 2013

Decepción infinita

No son pocas las veces, que charlando con los pocos compañeros que todavía me quedan en España, acabamos adentrándonos en el muy trillado tema de la corrupción, el mangoneo y la prevaricación masiva que aturde y asfixia este país. Se trata del argumento definitivo que muchas veces sirve como última vuelta de tuerca para emprender el viaje hacia nuevas tierras con la esperanza de encontrar oportunidades y quizás, un mundo más justo, o al menos no tan viciado.
Es entonces cuando un servidor, que hace ya algún tiempo decidió hacer de la resistencia estoica su forma de vida, intenta defender la idea de que los problemas que ahogan nuestra economía y que empañan la política española no vienen de serie con este país necesariamente, sino que su origen está en que las personas (en general) tienden a actuar de determinada manera bajo una circunstancia concreta. Obviamente, las fronteras funcionan como una barrera que limita ciertas situaciones a un país, pero la maldad, la avaricia y la corrupción, me parecen comportamientos que no llevan la marca España por defecto, sino que surgieron de una situación de gangrena colectiva donde muchos tuvieron la posibilidad de mostrar su lado más rastrero.

Supongo que para mis compañeros y amigos, alimentar la idea de que abandonando España estos problemas quedan atrás, supone un aliciente cocinado poco a poco en sus cabezas con los ingredientes que diariamente y desde hace unos cinco años, la prensa bombardea sobre nuestras cabezas. Sin embargo, cada día que pasa, dudo de un modo más profundo que la flaqueza moral entienda de fronteras y que esta crisis de valores, sea un producto made in Spain.
Para empezar, cuando nos comparamos con otros países dónde los niveles de corrupción son menores, siempre estamos dando por hecho que se trata de lugares donde las personas, por su educación, cultura y valores, tienen una tendencia menor a corromperse. Cabría la opción de pensar que en realidad, lo que escasea en estos países, son las oportunidades para corromperse, pero quizás sus ciudadanos (y políticos) en un entorno adecuado, accederían al soborno y la prevaricación con mayor intensidad que la demostrada por los españoles.

Muchas veces estamos obviando que el estado moderno español, es un invento de 1978, nacido tras una dictadura, varios intentos fallidos de repúblicas, más dictaduras y siglos de monarquía absolutista del más rancio abolengo. Comparamos el poder de nuestro estado con países que no sólo nos llevan una gran ventaja en años, sino también en sus estructuras de control, asumidas por todas las generaciones que pueblan esos lugares. Aquí en España, mi abuelo levantó un negocio pagando ínfimos impuestos. Para él  hablar del IVA era inimaginable y enfrentarse a la complejísima estructura fiscal del estado hubiera sido, sencillamente, imposible. Arraigar un estado poderoso es una labor complicada, lenta y muy laboriosa, y aquí en España no es sólo todo esto, sino que además cuenta con el handicap de pretender satisfacer las diversas voluntades nacionalistas y sus intereses normalmente divergentes, que hacen del estado central un organismo débil, querido por unos y despreciado por otros.
Si a todo esto le sumamos la tremenda inyección de dineros europeos que estuvieron alimentando nuestro crecimiento en infraestructuras y proyectos de diversa índole, además del mantenimiento del precio del dinero en unos niveles bajísimos con el fin de satisfacer las necesidades macroeconómicas de nuestros poderosos socios europeos, te queda un país inundado de billetes e inundado de políticos, cargos de libre designación, asesores, concursos a dedo y un sinfín de oportunidades donde tonto era el último que cogía un maletín y corría a Suiza para guardarlo.

Que nadie malinterprete mis palabras, pues no es mi intención justificar delitos ajenos, ni quitar hierro a una circunstancia verdaderamente dramática, vergonzosa y a todas luces escandalosa. Pero creo que limitar esta miseria a un país concreto es mucho más que ingenuo y aspirar a evitarlas en el extranjero, de lo más iluso.
Además, esta desesperanza en nuestra capacidad como sociedad para regenerarnos y superar situaciones adversas tiene unas consecuencias mucho más profundas que el impulso a la emigración de jóvenes hastiados. Genera un tremendo daño colateral en nuestros espíritus haciéndonos creer que nada puede ser cambiado. Que el mundo está podrido y que España está putrefacta. Es una desesperanza tan profunda que nos arrastra a la inacción. A la pasividad absoluta. A una indolencia creada a modo de costra por la que resbala todo y que nos protege de la indignación activa y de la rabia poderosa que sirve de motor de arranque para el cambio. Una pérdida de conciencia activa y colectiva que no nos podemos permitir, pero que a todas luces favorece la perpetuación de estructuras de poder injustas y garantiza los privilegios de gran parte de los culpables de la situación actual.

Es por ello muy necesario dejar de generalizar y autoinculparnos por delitos que nunca hemos cometido. Que cada palo que aguante su vela, y el que tenga algo de que avergonzarse, que se avergüence (y pase por chirona, a ser posible). Pero al resto, por favor, que nos dejen en paz.
Hablo de planteamientos como “en España la picaresca está bien vista”, “los países mediterráneos son así”, “aquí defraudar a Hacienda es lo normal” y un largo etcétera de generalizaciones que me dejan siempre bastante descolocado, porque cuando acto seguido preguntas: “¿pero entonces, en tu familia, no pagáis impuestos?” rápidamente recibes por respuesta que sí. Que sí los pagan. Pero que conocen a un mengano que tenía una empresa de cacatúas que hacía facturas en papel del culo y su hija estaba becada porque claro, no declaraba todo lo que ganaba y que no hay derecho y vaya jeta, etc, etc, etc…
Parece como si buscásemos constantemente al culpable de algo. Buscamos esa muestra que demuestre la tesis de que sí, somos unos corruptos y nos merecemos esto. Nos está bien empleado por haberlo permitido. Por mirar hacia otro lado. Todos cómplices y culpables.
Sinceramente, yo miro alrededor y veo gente muy responsable. También veo gente que intenta pagar los mínimos impuestos (raro sería que quisieran pagar de más…) y veo gente que hace malabares para poder ejercer su profesión o mantener abierto su negocio sin incurrir en la ilegalidad. Veo personas que luchan por ganarse las castañas sin robar a nadie. Y veo gente moviéndose por hacer cosas, por buscar soluciones y por ayudar a los que lo necesitan.

Por eso creo, que a la hora de emprender la huida sería más sano ser sincero con uno mismo y encontrar los motivos verdaderos que generalmente nos empujan a marcharnos: el trabajo. Unos porque no lo tienen, ni lo van a tener próximamente. Otros porque el que tienen dista mucho de satisfacer sus metas personales o sus planes vitales. Pero en cualquier caso se trata de eso y no parece necesario bombear más basura en forma de argumentos contra España y contra la moral de los que se quedan. Todos vemos las noticias. Todos sacamos conclusiones. Pero sobre todo, habría que plantearse que dentro de cinco, diez o veinte años, algunos quizás encuentren lo que buscan en España. Otros, posiblemente quieran volver a comer de este plato que hace unos años consideraban lleno de mierda. Y entonces habrá que preguntarse si es que se han probado la mierda foránea y no les gustó, o si es que esto ha mejorado y son unos oportunistas.
Ninguna respuesta es buena, así que desenterremos el hacha y luchemos juntos por salir de esta, ya sea desde España o desde el extranjero. Sobran agoreros y faltan activistas sinceros. Demasiados años de inacción para resolverlo todo en un instante. El camino será aún muy largo, pero en este recorrido tendremos que escoger entre ser espectadores una vez más o participar como actores implicados en nuestro futuro. De nosotros depende. De cada uno de nosotros.
@Mr_Lombao