lunes, 8 de octubre de 2012

El exilio del no exiliado

Muchas veces se ha contado la triste historia del profesional altamente cualificado que abandona España. Unas veces tendiendo al lagrimeo facilón y otras analizando minuciosamente las causas, sus efectos y las trágicas consecuencias que este viaje colectivo conlleva.

Sin embargo, muy poco se ha hablado del exilio del que se queda. El exilio del que aún sin trabajo y con muy pocas perspectivas de futuro, decide quedarse en España por el motivo que sea.

El exilio del no exiliado es silencioso. No parece existir. La sociedad se ha esforzado tanto en señalarnos la salida, que el permanecer arraigado en plena decadencia parece una postura incomprensible. El no exiliado está aquí, pero la mirada del mundo que le rodea lo atraviesa como si fuera transparente, pues a todas luces es claro que más tarde o más temprano tendrá que hacer las maletas para largarse.

Tan dañinos eran aquellos mensajes de alegría infundada que invitaban al gasto desenfrenado de la burbuja, como lo son ahora las nefastas advertencias de los pesimistas que buscan la oportunidad de tener razón en algo, aunque sea a costa de la desgracia de muchos. Y es que como dijo aquel: ¡que no estamos tan mal, hombre!

O quizás sí.

La realidad es que el camino es difícil para todos. El “vente pa’lemania Pepe” hace tiempo que dejó de ser una opción fácil, pero sin duda parece una buena salida ante la inactividad casi total del sector de la construcción en España. Sin embargo, también hay algunos casos de éxito sin exilio. Pocos. Pero algunos. Por no hablar de los incontables casos de fracaso. Ésos también nos interesan, claro.

Desde esta plataforma queremos contar la historia de todos, buscando un filtro generacional antes que geográfico. Buscaremos la historia de la generación perdida. La encontraremos. La contaremos aquí. Y luego intentaremos usarla como arma.

¡Avisados estáis todos!