miércoles, 12 de diciembre de 2012

Patinando en la cocina

Las revoluciones, para serlo de verdad, deben ser sociales, y deben trastocar la economía. Todo lo demás son pamplinas estéticas.
Se pregunta mi compañero si la arquitectura, o más concretamente, los arquitectos tienen algo que decir en todo ello, desazonándose ante los desvaríos estéticos de los colegas. Puesto que la arquitectura configura el espacio donde las personas viven, y también el espacio donde la sociedad se desenvuelve, de entrada parece que algo que decir sí que tendrá.
La arquitectura suave, sutilmente enmarca y apoya nuestras relaciones a través del espacio habitado, y nos habla de grandeza y pequeñez, protección y apertura, opulencia y humildad... El espacio privado y el espacio público, ambos opuestos al campo abierto, al espacio infinito y sin forma, son nuestro patrimonio inmaterial y nuestro lenguaje visual común. Qué mejor manera de resaltar su importancia que compararlos con lo indefinible, el no-lugar, espacio residual que aparece ahí donde nuestro trabajo se relaja o ahí donde nuestro proyecto encalla, pero se construye, sin palabras y sin forma.
Sí. Creo que la arquitectura puede hacer algo más por una revolución que resignarse a cumplir un papel estético-propagandístico de un régimen político.
Por otra parte, las construcciones nos protegen del frío, la lluvia y del resto de agentes del clima... En un mundo con recursos energéticos escasos la arquitectura tiene MUCHO que decir. Aislamientos, carpinterías, puentes térmicos, sistemas de calefacción y refrigeración... quizá debamos acercarnos al campo de la ingeniería industrial. Cada julio de energía que se pierde en vano es un lastre para la sociedad, y cada julio que se ahorra en idénticas circunstancias, una victoria para la arquitectura.
Las construcciones también nos dan el marco de la independencia personal o familiar, apoyando o lastrando la economía de las células sociales en que nos integramos. En un mundo ultraespecializado, donde se pretende que nadie esté cualificado para hacer nada por sí mismo, los arquitectos tenemos MUCHO que proponer. Sistemas de construcción al alcance de muchos, con reglas sencillas y materiales cercanos a la tierra. Sistemas ingeniosos y bien pensados que minimicen el coste y la dificultad de su construcción. Soluciones a problemas reales de las personas, asumiendo que los resultados se escapen a nuestro control, pero disponiendo unas reglas que por su fácil legibilidad, minimicen los efectos negativos de estas desviaciones.
Y todo ello es arquitectura. Y todo ello existe ya, empujando en diversas direcciones y ayudando a forjar nuevas ideas. Ideas que nos cambiarán.
Laruedaalada

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