martes, 4 de febrero de 2014

Tienes talento

La profesión del arquitecto y la arquitectura en general están llenas de tópicos. El café, las noches sin dormir (de las que muchos secretamente se enorgullecen), las gafas de pasta, el vestuario negro o la petulancia más insoportable son tics que muchos adquieren poco a poco antes de terminar la carrera con la esperanza de entremezclarse mejor con los de su gremio y alcanzar cierto estatus por la vía de la mímesis.

Pero si tuviéramos que seleccionar algo por lo que todo estudiante de arquitectura, irremediablemente, tiene que pasar para llegar a ser arquitecto, escogeríamos ésa gran crisis académica y existencial que deberá enfrentar, al menos una vez, antes de terminar sus estudios.

Arquitectura es una carrera larga y llena de incertidumbres. Aquellos que son mejores en estructuras, flojean en proyectos. El que dibuja de maravilla, no puede con las mates, y al que le apasiona el urbanismo, le cuesta aprobar construcción. El caso es que hay para todos, y de todos los colores, por eso es tan habitual que uno pierda las fuerzas, sienta el desanimo y dude.

Esa duda, hace que te plantees tu futuro profesional. Hace que cuestiones tu capacidad para enfrentarte a tal o cual asignatura. Pero sobre todo, hace que valores profundamente si vale la pena. Si verdaderamente todo el esfuerzo invertido tendrá recompensa, no sólo a nivel académico, sino también de cara a tu futuro profesional y vital.

Por eso, los estudiantes de arquitectura que terminan la carrera por sus propios medios, podrán ser más o menos diestros en según qué aspectos de su oficio, pero lo que es seguro, es que han llegado a ese punto por propia voluntad y su capacidad de trabajo, esfuerzo y superación ha quedado demostrada.

Llega entonces el momento de poner en práctica lo aprendido. De seguir aprendiendo. Y de obtener las primeras recompensas. Sin embargo, en estos momentos, muchos compañeros no tienen oportunidad de trabajar. No pueden poner en práctica lo aprendido y sobre todo, no pueden demostrarse a si mismos hasta qué punto son capaces de enfrentar grandes retos y superarse nivel profesional.

Después de tantos años de estudio y sacrificio, la recompensa no llega. Y no hablamos del factor económico (que tampoco), sino de la autoestima perdida que solamente podrá recuperarse trabajando y superándonos cada día.

Por eso, desde este blog, queremos recuperar este precioso artículo motivador que hace años leímos en el boletín de crítica macarra por excelencia. Para dedicárselo a todos aquellos que ahora mismo duden. Que se sientan incapaces. Esperamos que os ayude y os anime a seguir adelante:

Tienes talento y creo en ti. Pero yo NO hablo del talento del que hablan ellos, de la súper-habilidad en la cosa concreta y artificial que han creado, del desarrollo anormal y avanzado de un músculo específico. No se trata de seguir “estrictas dietas” para entrar en sus trajes y tener “la imagen ideal”. De asumir sacrificios en su nombre. De invocar a ningún dios.

No hablo de ese talento elitista, que es la puerta a un mundo elevado. No hablo de ese talento equiparable a un título nobiliario, que te es entregado SÓLO cuando es reconocido, para distinguirte entre los demás. No hablo del talento como barrera entre clases, como herramienta para la segregación, para marcar distancias y tratar de justificar (por medios intelectuales) el juego de las relaciones de poder.

Me refiero más bien al talento ancho de quien quiere comprender. Y de este modo, acercarse al mundo.

Creo que tienes talento porque imaginas. Porque puedes imaginar relaciones, circunstancias y emociones que no han existido jamás, que no han sido nombradas aún. Y así nace el deseo, la vida y la poesía.

Porque en ti se adivina a una Persona, todo un mundo, un orden... con una forma más nítida de lo que piensas. No has dejado que tallen tu alma. Hay algo de pureza, de inocencia, de integridad... cuando confiesas con pudor un sueño. Un brillo de vitalidad en tus ojos se escapa de vez en cuando a tu razón, como una travesura. Entusiasmo frágil, lo escondes, hazlo crecer, ¿de qué tienes miedo?

Tu talento es la Realidad de tu existencia. El relieve, el sabor, la textura, el olor... TÚ antes que TU IMAGEN, ¡tú tan real! Ellos no ven la dicotomía; que no te confundan, que no te reduzcan a dos dimensiones.

El exterior te presiona a formas estereotipadas (para que el sistema funcione con más eficacia) Te preguntas a cuál de ellas perteneces... sin saber que, sencillamente, ya eres tú. Sin ser consciente de tu lucha por nacer con una forma propia. Tienes talento porque tienes forma. Te reconozco. No se trata de ser más que nadie, sino de brillar con luz propia, de hipnotizar como el fuego...

Sin duda se trata de dos visiones antagónicas del mismo concepto. En la escuela la palabra talento parece el diamante más grande, la piel más cara. Se ansía. Es un símbolo de poder, entregado desde el poder. Ellos hablan de una plaza llena de gente, mirándose con inseguridad unos a otros... Y yo hablo sólo de ti.

De cada uno de vosotros. 


A Bruxa Piruxa. 2007.